Érase una vez un tío muy molón, muy molón que vivía en Hawai y se dedicaba al surf de manera casi profesional. Un buen día decide que quiere hacer cine y, después de estudiar en US of A, se dedica a viajar por el mundo con sus colegas, surfeando y haciendo películas sobre el tema. Además, para amenizar esas tardes en las que los surfistas se congregan alrededor de una hoguera en la playa, a contarse batallitas y a beber cerveza mientras eligen con que tía buenísima irse a pasar la noche, nuestro héroe entretenía al respetable con su guitarra y sus canciones. Canciones que hablaban de su vida que era de lo que trataban sus películas. Canciones de experiencias tranquilas, de amistad, de amor, de playas infinitas y cálidos atardeceres. Canciones, y películas, que trataban de veranos eternos y de días también eternos al sol. Tan eternos como el recuerdo de "la ola perfecta" o el olor a salitre en la piel mientras pierdes la vida en la oficina.
Y a todo esto, un buen día, seguramente alentado por algunos colegas y acompañado por un par de músicos conocidos, cogió su guitarra, se metió en un estudio, (que seguramente no era más que un garaje pongamos que en California) y grabó un disco que inmediatamente fue un "hitazo". Después de eso, reconocimientos aparte, siguió grabando discos, componiendo a su aire y haciendo surf. Mucho surf. Llevando, en definitiva, una vida que el resto de los mortales sólo podemos envidiar y admirar a partes iguales.
Y a todo esto, un buen día, seguramente alentado por algunos colegas y acompañado por un par de músicos conocidos, cogió su guitarra, se metió en un estudio, (que seguramente no era más que un garaje pongamos que en California) y grabó un disco que inmediatamente fue un "hitazo". Después de eso, reconocimientos aparte, siguió grabando discos, componiendo a su aire y haciendo surf. Mucho surf. Llevando, en definitiva, una vida que el resto de los mortales sólo podemos envidiar y admirar a partes iguales.
Además, en el camino, se hizo amigo de otros tíos grandes como personas y superlativos como músicos. Gente como Ben Harper, del que fue telonero en una gira, y Eddie Vedder, con el que ha actuado muchas veces… Y así hasta hoy, nuestro hombre sigue con su guitarra y su tabla de surf; o con su tabla de surf y su guitarra que tanto monta. Triunfando, contra todo mi pronóstico, ya que la primera vez que le escuché le menosprecié porque tenía, según mi súper criterio para todo, un nombre cero comercial.
Ya, ya, cero comercial, … qué c*abrón Jack Johnson!
No hay comentarios:
Publicar un comentario