11/10/07

Como todos sabéis, o deberíais saber, en la vida la suerte juega un papel fundamental. Cuando acabé la carrera encaminé mi futuro profesional hacia un punto que nunca llegó ni llegará. Mi idea, por aquel entonces, era trabajar en Londres en un gran banco y convertirme en una especie de Patrick Bateman pero sin asesinar a gente. Sólo en lo referente a pasta y tías.

Años después observo con estupefacción como me he dejado llevar. He tomado la firme decisión, tras meditarlo bastante, de no tomar ninguna decisión importante para luego no poder reprocharme nada que haya hecho. Que las cosas simplemente pasen. Vivir feliz con lo que sea y dejar que las cosas sigan su curso, darle hilo a la cometa, es mi nuevo lema.

Vayamos entonces a la historia, el porqué la vida es como Match Point. Porque la suerte es tan importante y porque es tan importante dar la talla en los que se denominan en marketing "momentos de la verdad". Esos son los momentos en los que el cliente duda si comprar o no comprar. Porque tener la oportunidad es una cosa y conseguirla otra muy distinta (y mucho más difícil). Es ahí cuando hay que hacer bien las cosas y donde se diferencian los triunfadores de los fracasados.


Recién acabada la carrera (hace ya siete años!) una amiga mía me consiguió unas entrevistas en Merril Lynch. Era para trabajar en Londres. Había hecho entrevistas en Deutsche Bank, en Goldman Sachs... Como en otras ocasiones, subí a la torre Picasso, lo di todo con un par de ejecutivos y tampoco me salió. Me quedé en Madrid para siempre para mi desgracia.

Pues bien, por lo menos me sirvió para que me entrevistara un tipo super profesional, triunfador nato, un italiano muy guaperas al que califiqué modestamente como el AMO. No me equivoqué lo más mínimo y el chaval (ahora 44) ha triunfado en la vida como la Coca-Cola. Ahí va la noticia... (le califican de héroe)


And the winner is… Merrill Lynch. Se lleva el gran deal del año. El banco estadounidense se frota las manos por su papel en el thriller bancario ABN Amro. La entidad ha sido el único asesor del consorcio formado por Royal Bank of Scotland (RBS), Fortis y Santander en la compra del holandés por más de 70.000 millones de euros.

Y sirviendo a señores tan altos, la ‘supercomisión’ va a resultar suculenta para las arcas de la entidad que preside Stanley O’Neal. Nada menos que 230 millones de euros, es decir, el equivalente al 0,3% del valor total de la OPA presentada por el consorcio, la mayor de la historia de la banca europea.

Sin duda, se trata de una inyección de moral y dinero para Merrill, que se ha visto afectada por la reciente crisis subprime y deberá rezalizar provisiones mil millonarias por su exposición a este segmento de activos en EEUU. Una situación que ha convertido casi en héroes a Andrea Orcel, jefe del equipo que diseño la operación, y a Matthew Greenburg, presidente de banca institucional de Merrill.

Un héroe en Merrill
Orcel, de 44 años, ya participó en la compra de Abbey National por parte de Santander en el verano de 2004. Su experiencia en este tipo de operaciones ha sido clave para poder plantear y aunar esfuerzos esta vez entre tres grandes bancos europeos. Cuando Barclays cerraba un preacuerdo de fusión con ABN, casi todos los bancos de inversión aparecieron en escena con el objetivo de pescar en la operación.

Sin embargo, Merrill apostó por una compleja jugada, que finalmente ha salido bien. Orcel planteó una operación en la que sus participantes podrían ahorrar más costes que un solo comprador, para construir así una oferta invencible. El experto en fusiones se aprovechó de su experiencia en la creación del megabanco italiano Unicredit, surgido de la unión de hasta ocho entidades financieras transalpinas.

Y por esto, echando la vista atrás, puedo decir que al igual que en la memorable escena de Match point en la que el protagonista jugaba al ping pong con Scarlett Johanson (y la conquistaba en ese memorable "momento de la verdad"), yo también puede que estuviese en ese despacho, en ese momento, viviendo mi particular "momentum".
Better luck next time?
N.B. Ahora que veo la foto del gachó, vale, no es Scarlett Johanson pero detrás de aquella mesa, con el manos libres y hablando en tres idiomas, juro que impresionaba...



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